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el sueño de la razón

El título de la nueva exposición individual de Astrid Sommer en STOA, remite al famoso aguafuerte de Goya "El sueño de la razón produce monstruos". Los vicios y males de su tiempo se desgranan en la serie de "Los Caprichos", siendo éste, el nº 43, el más emblemático del maestro. En un dibujo preparatorio, fechado en 1797, y que guarda el Museo del Prado, el pintor aragonés hace unas anotaciones en lápiz negro donde aclara: "El Autor soñado. Su intento solo es desterrar vulgaridades perjudiciales, y perpetuar con esta obra de caprichos, el testimonio solido de la verdad". Y en el manuscrito de la Biblioteca Nacional consta en la Portada de la obra: "cuando los hombres no oyen el grito de la razón todo se vuelve visiones." Desatender la llamada de la razón es la esencia de la práctica artística de Astrid.

Afirmaba el gran Kandinsky que "la verdadera obra de arte nace misteriosamente", y sólo el alma del artista sabe "qué forma necesita y de donde debe tomarla" para gestarla. Goya encontró en su interior, junto a un cerebro inteligente, un alma atormentada, desgarrada y embargada de cinismo y amargura vital, con un exacerbado sentido crítico e irónico hacia los males de su tiempo. A diferencia de Goya, Astrid descubre en su interior, en ese nido misterioso y profundo de la creación, conceptos, sensaciones, nociones, impresiones impregnados de optimismo y sentido positivo, que ella transforma en forma de pequeños seres humanos, compuestos a partir de coloristas recortes, resultado de "pintar con tijeras", como decía Matisse de sus collages. La falta de movilidad por una enfermedad, llevó al francés a recortar y pegar, encontrando un nuevo modo de expresión. La actual situación, de obligada inmovilización global, está removiendo a los artistas de su zona de confort, obligando a replantear la forma de expresar su arte. Y Astrid ha escogido hacerlo, para esta muestra, a través de obras de pequeño formato, en técnica mixta: collage con puntuales intervenciones en acrílico y lápiz sobre papel.

La yuxtaposición de pequeños recortes fotográficos, junto con algunas pinceladas, diminutos dibujos, y signos realizados a lápiz, consiguen un resultado atractivo y fascinante, a modo de contemporáneo "opus sectile". En las creaciones de la mexicana, y en esta serie aún más, son recurrentes signos y formas que potencian la idea de concepto o idea con aspecto antropomórfico. Estos minúsculos personajes resultantes, abandonaron el subconsciente de la artista a través de un parto demasiado rápido, apenas tiempo para ordenar, componer y racionalizar tanto caos y bullicio. Así que, el sueño de la razón de Astrid, produce esta suerte de enanos deformes que , lejos de disgustar, agradan y atraen, quizás por estar impregnados de esa dignidad y elegancia que tenían los de la corte de Felipe IV, representados en los lienzos de Velázquez.

Los títulos de cada pieza reflejan la capacidad sintética y de conceptualización de esta creadora mexicana que consigue una iconografía original y muy personal, afeando la ominosa afirmación de Goncourt: "no hay mujeres geniales; las mujeres geniales son hombres". Esta idea, lacra y maldición para el género femenino, se hace añicos con el caso de Astrid porque,cada pieza de esta muestra, enseña otra forma de mirar el mundo, cercano a Goya en el intento de desterrar "vulgaridades perjudiciales", pero en las antípodas del maestro en la simplificación, amor a la abstracción y espíritu vital con el que esta creadora da forma al mundo de su subconsciente en obras como "alborozo", "espera", "agudeza", "gracia", "idea", con un resultado mucho mas cercano al gran Matisse. Obras que hacen disfrutar obligando, al mismo tiempo, a indagar, explorar y descifrar las formas, convirtiéndose en más que cómplices, en cooperadores necesarios del relato de Astrid.

Conchi Álvarez

Comisaria

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